VATICANO, 14 Abr. 13 / 09:30 am En sus palabras previas al rezo del Regina Coeli en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco exhortó a los fieles a anunciar “con sinceridad y coraje la Resurrección del Señor”.
El Santo Padre recordó que, tal como se narra en el fragmento de los Hechos de los Apóstoles que se lee hoy, “la primera predicación de los Apóstoles en Jerusalén llenó la ciudad de la noticia que Jesús era verdaderamente resucitado, según las Escrituras, y era el Mesías anunciado por los Profetas”.
Los sumos sacerdotes y los jefes de la ciudad buscaron frenar el nacimiento de la comunidad de los creyentes en Cristo e hicieron encarcelar a los Apóstoles, ordenándoles de no enseñar más en su nombre”.
Sin embargo, recordó, “Pedro y los otros once respondieron: ‘Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús… lo exaltó con su poder haciéndolo Jefe y Salvador… Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha enviado a los que obedecen’”.
Entonces hicieron azotar a los Apóstoles y les ordenaron nuevamente de no hablar más en nombre de Jesús. Y ellos se fueron ‘dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el nombre de Jesús’”.
El Papa preguntó “¿dónde encontraban los primeros discípulos la fuerza para dar este testimonio? No sólo: ¿de dónde les venía la alegría y el coraje del anuncio, a pesar de los obstáculos y las violencias?”.
El Santo Padre recordó que los Apóstoles “eran personas simples, no eran escribas, doctores de la ley, ni pertenecían a la clase sacerdotal. ¿Cómo han podido, con sus límites y obstaculizados por las autoridades, llenar Jerusalén con sus enseñanzas?”.
Es claro que solamente la presencia del Señor Resucitado y la acción del Espíritu Santo con ellos pueden explicar este hecho”.
La fe de los Apóstoles, señaló, “se basaba en una experiencia tan fuerte y personal de Jesús muerto y resucitado, que no tenían miedo de nada y de ninguno, es más, veían las persecuciones como un motivo de honor, que les permitía seguir las huellas de Jesús y de parecerse a Él, testimoniándolo con la vida”.
El Papa subrayó que “esta historia de la primera comunidad cristiana nos dice una cosa muy importante, que es válida para la Iglecia de todos los tiempos, también para nosotros: cuando una persona conoce verdaderamente Jesucristo y cree en Él, experimenta su presencia en la vida y la fuerza de la Resurrección, y no puede no comunicar esta experiencia”.
Si esta persona “encuentra incomprensiones o adversidades, se comporta como Jesús en su Pasión: responde con el amor y la fuerza de la vida”.
El Papa pidió a los fieles que “pidamos la ayuda de María Santísima para que la Iglesia en todo el mundo anuncie con sinceridad y coraje la Resurrección del Señor y dé testimonio válido con signos de amor fraterno”.
Recemos en modo particular para que los cristianos que sufren persecución sientan la presencia viva y confortante del Señor Resucitado”, concluyó.
Sin embargo, recordó, “Pedro y los otros once respondieron: ‘Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús… lo exaltó con su poder haciéndolo Jefe y Salvador… Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha enviado a los que obedecen’”.
Entonces hicieron azotar a los Apóstoles y les ordenaron nuevamente de no hablar más en nombre de Jesús. Y ellos se fueron ‘dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el nombre de Jesús’”.
El Papa preguntó “¿dónde encontraban los primeros discípulos la fuerza para dar este testimonio? No sólo: ¿de dónde les venía la alegría y el coraje del anuncio, a pesar de los obstáculos y las violencias?”.
El Santo Padre recordó que los Apóstoles “eran personas simples, no eran escribas, doctores de la ley, ni pertenecían a la clase sacerdotal. ¿Cómo han podido, con sus límites y obstaculizados por las autoridades, llenar Jerusalén con sus enseñanzas?”.
Es claro que solamente la presencia del Señor Resucitado y la acción del Espíritu Santo con ellos pueden explicar este hecho”.
La fe de los Apóstoles, señaló, “se basaba en una experiencia tan fuerte y personal de Jesús muerto y resucitado, que no tenían miedo de nada y de ninguno, es más, veían las persecuciones como un motivo de honor, que les permitía seguir las huellas de Jesús y de parecerse a Él, testimoniándolo con la vida”.
El Papa subrayó que “esta historia de la primera comunidad cristiana nos dice una cosa muy importante, que es válida para la Iglecia de todos los tiempos, también para nosotros: cuando una persona conoce verdaderamente Jesucristo y cree en Él, experimenta su presencia en la vida y la fuerza de la Resurrección, y no puede no comunicar esta experiencia”.
Si esta persona “encuentra incomprensiones o adversidades, se comporta como Jesús en su Pasión: responde con el amor y la fuerza de la vida”.
El Papa pidió a los fieles que “pidamos la ayuda de María Santísima para que la Iglesia en todo el mundo anuncie con sinceridad y coraje la Resurrección del Señor y dé testimonio válido con signos de amor fraterno”.
Recemos en modo particular para que los cristianos que sufren persecución sientan la presencia viva y confortante del Señor Resucitado”, concluyó.
Papa Francisco I
Fuente de Noticias ACI/EWTN Noticias